martes, 3 de noviembre de 2009

Desinencia-3

Desinencia Femenina

Me quedo con el Día de Muertos

Por Julia Alejandra López Nazareo *

Puedo saborear el olor del pan de muerto recién salido del horno, imagino comiendo el típico pan de muerto y las exquisitas coronitas que representan el cuerpo del difunto y las coronas que se llevan como parte de la decoración de las tumbas. Las florerías se encuentran listas para los cientos de personas que comprarán desde la flor más barata, hasta el arreglo floral más caro para sus difuntos.

Imagino a las personas que llevaran mariachi a las tumbas de sus familiares o amigos, que en vida formaron parte especial. La mayoría de los sepulcros se verán limpios y multicolores; pues, es día de celebrar a quienes ya no están con nosotros, es momento de recordar lo bueno o lo malo que hicieron esta vida; es época de celebrar que se encuentran mejor que nosotros; ya no padecen hambre; los impuestos ya no les afectan, mucho menos el calentamiento global y las malas decisiones de nuestros gobernantes; si, celebro que ellos, ya no tienen que aguantar lo terrenal.

Visualizo a mi mamá preparando la cena, comprando dulces, acomodando juguetes para que el día de mañana que se celebran a los angelitos, puedan divertirse e ingerir la comida que se ha preparado especialmente para ellos, claro no han de faltar las veladoras para alumbrar su camino y el incienso como guía de su caminar antes y de regreso al lugar de donde ellos vienen. Los viejos cuentan que por las noches, se escuchan sonidos durante éste día, es, ya que se divierten con los juguetes que sus familiares les han dejado, para que por lo menos una vez al año se gocen con cosas terrenales.

Cómo olvidar el Día de Todos los Santos, es un día esperado por los colimenses y en buena parte de México, pues, es el día mayor de sus celebraciones, suspensión de clases y día de gozo. Lo que no puedo olvidar, es colocar el altar para aquellas personas que amo y ya no se encuentran conmigo. Creo que este año pondremos: sopa y mole, enchiladas, sapitos, pozole, enfrijoladas, Coaxala, elotes, dulce de calabaza, tacos de la estación y las diversas comidas que le gustaban a ella y a ellos.

Habrá que agregar lo que a ellos especialmente les placía degustar; cigarros, ponche de tamarindo o granada –aunque mi tía diga que mejor de guayabilla-, los chocolates que eran sus preferidos no deben de faltar, café –con un poco de veneno, como él decía-, qué tal el café de olla; pero sobre todo las veladoras y la virgen de Guadalupe de quien era muy devoto; lo demás es lo de menos. No hay que olvidar el agua, para que sacien su sed del largo camino emprendido. Lo importante es que ellos disfruten los platillos que hemos preparado con mucha emoción

Estos últimos años, he notado como algo muy curioso; estamos en un país donde se supone que la celebración principal de este mes es de los difuntos. Cuando voy al mercado o a las dulcerías encuentro que la mitad o más de la mitad de sus estantes están cubiertos de dulces o productos de Halloween y sólo una cuarta parte o menos de productos para el día de muertos; las grandes tiendas no son la excepción, ya que a principios de mes ya venden disfraces y productos de una cultura norteamericana, que México ha ido poco a poco adoptando como propia. No han de faltar las figuras que adornan las tiendas de ropa, algunas peleterías, tiendas de regalos, entre otros; donde lucen las figuras de calabazas, brujas, escobas y fantasmas, en lugar de colgar las divertidas calacas o la tumbas; escribir una que otra calavera, para diversión del público. Las escuelas son otro punto donde la tradición de Halloween ha ido en incremento, e incluso los más pequeños, se ilusionan por tener una máscara o algún disfraz divertido.

Una cultura de la que se sabe poco, pero lo importante es celebrar con disfraces y salir a pedir Halloween, como lo hacen los pequeños por las calles. Aunque el día de los muertos es una tradición muy mexicana la forma en que se celebra, cada año va perdiendo importancia. Yo por mi parte, prefiero defender la tradición, la nuestra, por eso me quedo con el Día de Muertos.

Sueño profundo.

Cerró sus ojos y se quedó dormida

De un sueño del que jamás se despierta.

Creo también estar en un sueño, un sueño del que quisiera despertar.

Quisiera que algún día abriera sus ojos y me dijera que está aquí

Para apoyarme, para hacerme fuerte, para estar conmigo.

Cuando regreso a casa; mantengo la firme idea que aun está ahí,

Sentada fuera de la casa, acostada sobre la cama, esperando mi llegada,

Pero maldita suerte, ya no está, se ha ido, me ha dejado.

Veo su retrato y no lo puedo creer, veo la luz y prefiero apagarla, veo su silla y creo que aun está sentada.

Ya no hay abrazos, ni caricias;

Su boca se ha cerrado. Ya no escucho sus sabios consejos, ni sus lindas palabras

Ya no hay más amaneceres a su lado.

Quisiera despertar de este maldito sueño que día a día a tormenta mi mente,

Que hiere cada vez más hondo dentro de mí, los días son más largos y pesados

Muchas cosas en mi vida han perdido el sentido.

Por las noches cuando duermo; duermo pensando que estoy viviendo en una pesadilla,

Con la esperanza que cuando amanezca y abra los ojos, esté conmigo.

Pero maldito sueño una vez, otra vez y otra vez vuelve;

Regresa para decirme que no estoy soñando,

Que mi sueño es mi amarga realidad.

* La autora es estudiante del tercer semestre de la Licenciatura en Periodismo de la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario